Annanké Interiorismo

¿Funcionalidad o estética? Lo que hay que tener en cuenta al diseñar un espacio

Cuando se empieza a diseñar un espacio, hay que pensar, a grandes rasgos, en dos cosas: funcionalidad y estética. 

Que el espacio sea funcional y sirva para lo que debe servir (ejemplo: que un restaurante tenga mesas donde los comensales puedan comer y una cocina bien iluminada para poder cocinar, o que una habitación tenga una cama, y si la persona lo necesita y quiere, un espacio de trabajo dentro etc.). Las necesidades funcionales cambian mucho dependiendo de cada espacio. Cada espacio, dependiendo de lo que es, tiene necesidades de almacenaje distintas. No es lo mismo el almacenaje que se necesita en la cocina de un restaurante que lo que se necesita en una casa por ejemplo (aunque habemos algunos muy cocinitas que nos encanta tener de todo). 

Además de ello, hay que tener en cuenta los espacios de circulación entre cada pieza de mobiliario y buscar que todo sea ergonómico. 

Ahora, cuando hablamos de estética, nos referimos a la necesidad armónica de cada espacio, al hecho de hacerlo, visualmente placentero, y hacer que cumpla con el propósito que se quiere. Esto no solo se limita a “hacerlo bonito” y poner cosas por poner. El diseñar y satisfacer una necesidad estética viene de cumplir una función también. Pensemos por ejemplo, en un restaurante de comida rápida, en el que queremos que la gente llegue a comer y se quede poco tiempo, que pidan la mayor cantidad de comida que se pueda (para facturar más) pero se vayan rápido para tener una alta rotación de mesas. En este caso, vamos a pensar en poner colores estridentes y cálidos, que nos recuerden a comida, y que nos aceleren (literalmente) las pulsaciones. Pondremos entonces colores rojo, marrón, anaranjado o amarillo primordialmente, quizas combinados con algunos otros, y haremos que los asientos no sean muy cómodos, y las mesas sean pequeñas, para darle a entender a la gente, de forma tácita, que no es un sitio donde distenderse y hacer una sobremesa. 

Ahora, si hablamos de una habitación de matrimonio, lo que queremos, en la mayoría de los casos es crear un espacio que sea una especie de nido al final del día, relajante, donde distenderse, tener intimidad y dormir, entonces pensaremos en colores que nos ayuden, como el azul, que baja el ritmo cardiaco y relaja, o el verde, que tranquiliza y transmite paz, usaremos un concepto o estilo que a la persona que vive allí le agrade y tiraremos de madera para hacerlo cálido y acogedor, de luz cálida para hacer que se sienta como un espacio vivido y en donde poder ser vulnerable. En el caso de espacios residenciales, tiene que ver mucho, por supuesto, con el gusto de cada persona, y lo que quiera conseguir.

Además de ello, cuando se trata de la parte estética, se suele tener en cuenta un concepto o un estilo. El concepto puede ser una flor, un coral, y mil otras cosas. Cogemos esa idea y traducimos el tipo de líneas, (curvas o rectas?) formas, (geométricas u orgánicas?) colores y sensación que transmite y lo llevamos a cosas tangibles, un material que nos recuerde a ello, una figura que se le parece, una forma que es similar, entre otras cosas.

Sólo cuando se juntan ambas partes se logra tener un diseño que satisface por completo las necesidades que se tienen, y las expectativas de un espacio. En el caso de lo residencial, la parte estética es especialmente importante, porque el espacio se hace para una persona o personas en concreto, mientras que al tratarse de un espacio comercial, oficinas, etc. cómo va a ser vivido y usado por gente muy variada y distinta, en la parte estética se usa un concepto o estilo que sea placentero para la mayoría de la gente, algo más generalizado.

Así bien, no se puede dar más peso o decir, en líneas generales que es más importante la parte funcional o la parte estética de un diseño de interiores, porque ambas tienen un propósito que solo de forma conjunta pueden lograr un resultado de éxito.

 

El diseño de interiores en general puede, muchas veces, parecer algo superfluo, o sin importancia, pero importa más de lo que muchos pensamos. Nuestros alrededores condicionan nuestro estado de ánimo y humor, claro que no lo son todo, pero sí que ayudan o empeoran las cosas. Imaginemos un restaurante que se parece al típico hospital, de luz fría, donde se ve cada detalle de la piel, paredes azul claro, gris o blanco que reflejan mucho, que huele a desinfectante, es frío y es ruidoso. ¿Iríamos allí con nuestra pareja? ¿con amigos? ¿familia? Casi puedo apostar que muy poca gente iría, a menos que la comida sea particularmente especial o tengan una temática interesante, porque lo que se quiere es poder distenderse, vernos guapos con luz baja y cálida, y sentirnos cómodos. Por el contrario, cuántas veces hemos ido a restaurantes donde la comida no es especial, pero el diseño es espectacular, o por lo menos nos hace sentir acogidos y muy cómodos, o tal vez vamos solo por hacer una foto. 

 

Los espacios importan, y mucho, por eso es tan interesante ver qué partes lo componen y cómo influye cada una de ellas en las personas que lo usan y viven. 

Ahora, sabemos que todo esto es mucha información y por eso existimos los diseñadores de interiores, para hacerle la vida más fácil a las personas, y encargarnos de evaluar cada detalle, si no has trabajado nunca con uno, ¿que esperas?.

Deja un comentario